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Una se llamaba Victoria

Una se llamaba Victoria, su aspecto era horrible, así como ella, esos años de escuela no eran como los de ahora, antes las compañeras de clase eran casi todas feas, sí acaso a lo más tres eran las que salvaban esa clase, eran las más bonitas y apetecidas; en estos tiempos sí acaso tres son las más feas, quien fuera carajillo del dos mil. Victoria tenia pelo lacio largo, casi hasta las nalgas, tan azabache como el de las brujas, cara redonda, unas patillas que se las desearía Elvis, cejas exageradamente tupidas, con expresión siempre amargada, de viejilla agria, no tenia la mínima delicadeza al caminar, como cosaco destramado, chambona, sin gracia, caminaba más feo que cualquier hombre insípido, parecía una gótica marimacha, usaba unos zapatones ortopédicos que recuerdo muy bien, la hacían verse más torpe todavía al andar y más fea además, era una sapa, chismosa y por supuesto maliciosa, tenia su mejor amiga como todas las mujeres, se llamaba Natalia y totalmente antagónica a su amiga, era gordita, simpática, mucho más bonita en comparación con victoria, muy tímida, un pan de Dios como dicen por ahí, pelo lacio castaño claro, blanquita, de seguro se hizo monja.
Después venían la orejona de Alejandra, la sapa mayor, grandota, tontona al caminar también, blanca, con los cachetes siempre sonrosados, y para variar era la presidenta del aula y mano derecha de la maestra; una vez me agarró con unos recortes de playboy en pleno intercambio con un compañero, termine regañado y castigado después de clases; luego en menor escala Mariam, Betina, Fanny y otras que no recuerdo pero todas conformaban un aquelarre y conspiraban para hacerle la vida imposible a los hombres de esa sección, inventaban chismes y trataban a todos con un desprecio pavoroso “según ellas”.
Lo peor era que le tenían celos a las únicas flaquitas lindas del grupo y las odiaban y les hacían la guerra, Noelia era morenita, delicadita, finita, preciosa, Deby era blanquita pelo negro lacio, ahora debe ser una “femme fatal”, y Marielita, pequeñita, pelo castaño claro, lacio, tenia una mirada inocente, se sentaba al lado mío, tenia una voz dulce, suave, no la olvido; nunca más las volví a ver, que habrá sido de sus vidas, sus destinos, sus amores, mientras las arpías deben estar pagando sus malas intenciones.

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