
El café del teatro,
las ventanillas antiguas,
esperando su llegada,
la lluvia repentina,
el te caliente,
las sombrillas, los paraguas,
rojas, estampadas, negros,
azules, blancas y verdes,
salen de sus escondites,
señoras esquivando charcos
con el máximo cuidado
pero es inútil, llevan los pies mojados
jóvenes y señores desprevenidos
pasan corriendo ya empapados
creyendo que son solo gotas,
la ciudad es bella en la lluvia,
se respira humedad celestial,
las aves revolotean agradeciendo,
en minutos los vendedores ambulantes
cambian sus productos por paraguas,
vociferan los precios baratos
atrayendo clientes potenciales
la lluvia me calma
el alma,
quisiera hacer estos
ratos eternos, disfrutarlos,
ella quedó atrapada
entre el aguacero
y unas cuadras no
muy lejos, el agua
no mengua, la tarde
se oscurece buscando
su imagen bohemia
la hora de partir,
de jugar con la lluvia,
de correr como
los jóvenes de hace un rato.
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